viernes, abril 19, 2024

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Día de Muertos

El culto a la muerte en México es un legado ancestral que puede apreciarse en las distintas culturas prehispánicas que se realiza por lo menos desde hace 3,000 años, es una celebración que continúa viva hasta nuestros días, con una mezcla de tradiciones y ritos.
El festival que se convirtió en el Día de Muertos se hacía en el noveno mes del calendario solar azteca, cerca del inicio de agosto y era celebrado durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la “Dama de la Muerte”.
Llamada también como la reina del Mictlán, que le daba la bienvenida a todos aquellos que morían por causas naturales. Pero antes de llegar con ella, los difuntos, debían atravesar un largo y doloroso viaje por el Camino de los Muertos.
Las culturas de Mesoamérica no veían la muerte como el fin de algo, sino como la continuidad de la vida, como un motivo de celebración para quienes quedaban atrás y eso es algo que se transmite en los festejos del Día de Muertos.
Los ritos funerarios variaban, por ejemplo, cortaban un poco del cabello, que contenía el “tonalli” o alma y se colocaban en una urna de cenizas, bañaban y cubrían el cuerpo con mantas o petates, le ponían en la boca una piedra de jade o una obsidiana, como una forma de amuleto o pago para entrar al otro mundo. También metían con ellos granos y hierbas para que se alimentaran durante su viaje al más allá.
Cuando los conquistadores españoles llegaron a América en el siglo XV, se aterraron al conocer todas las prácticas paganas de los indígenas y en su afán de convertirlos al catolicismo movieron el festival de sus muertos hacia el inicio de noviembre para que coincidiesen con las festividades católicas del Día de todos los Santos.
Al convertir a los nativos del Nuevo Mundo se hizo una mezcla que combinaba las tradiciones europeas con las prehispánicas, haciendo coincidir las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas del primero de noviembre con la festividad mesoamericana, creando el actual Día de Muertos.
También llegaba a coincidir siglos más tarde con el establecimiento del Halloween o Noche de Brujas (Sam hain), que los irlandeses llevaron a Estados Unidos e instalaron el 31 de octubre, días antes de las festividades europeas católicas que ya celebraban a los muertos.

ELEMENTOS DEL ALTAR:

2 niveles: Son una representación de la división del cielo y la tierra representando los frutos de la tierra y las bondades de los cielos como la lluvia.
3 niveles: Representan el cielo, la tierra y el inframundo, (la tierra, el purgatorio y el reino de los cielos, para los católicos)
7 niveles: Representan los siete niveles que debe atravesar el alma para poder llegar al descanso o paz espiritual. Según la práctica otomí, los siete escalones representan los siete pecados capitales. Se asocia el número siete con el número de destinos que, según la cultura azteca, existían para los diferentes tipos de muerte.
Arco: Entrada al mundo de los muertos, se colocan flores.
Aromas: El copal es esencia sagrada en las culturas prehispánicas o bien flores de cempasúchil para atraer a las almas al altar y ahuyentar a los malos espíritus.
Alimentos: Son los favoritos durante la vida del difunto, así como sus bebidas favoritas suelen ser platillos típicos de la región, la calaverita de azúcar o chocolate nos recuerdan el destino final del ser humano y que la muerte puede ser dulce, así como el pan de muerto representa la fraternidad.
Petate o mantel: Para que descansen los espíritus.
Simbología religiosa: Se colocan en los niveles superiores del altar, pueden ser cruces, santos, vírgenes y ángeles.
Fotografías: En honor a las personas difuntas.
Sal: Símbolo de purificación.
Vaso de agua: Calmar la sed del espíritu, simboliza pureza
Viento: Papel picado.
Fuego: Veladoras, simboliza la esperanza y paz.
Tierra: Semillas y frutos.

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