Aguascalientes.- Los Rosarios de la Virgen de Guadalupe, son toda una devoción religiosa que siguen las familias Hidrocálidas, que recuerda la aparición de la Madre de Jesucristo a Juan Diego, en el monte del Tepeyac, precisamente en diciembre de 1531, por ello es que se realizan en el último mes del año.
Se hacen en cada colonia y se convierten en una actividad que une a los vecinos, a los integrantes de la colonia, porque esto invita a que cada uno abra las puertas de su hogar, con un sentido de compartir la fe y mantener la esperanza porque experimentan el sentido la oración hacia la Santísima Virgen “La Morenita del Tepeyac”.
En los barrios, los vecinos forman parte de esta tradición, en la que cada año colocan un altar que es adornado con: veladoras, papel picado, listón, la imagen de la Virgen, flores y una manta blanca. Por lo que cuando una casa se convierte en sede del rosario, desde la tarde comienza a adornar la fachada de su morada.
En ocasiones desde el mes de octubre, se organizan los vecinos, así como lo compartió Eva López, vecina del centro de la ciudad, quien acudía en años pasados a los rosarios que diariamente se hace en el jardín de Galeana. Pero desde este diciembre, por cuestiones de salud no acudirá, compartió que ella es fiel a su fe y desde su domicilio se une en oraciones para recibir las bendiciones que necesita.
Aseguró que no importa la sencillez de los altares, ni lo que se entreguen al final como merienda, que lo que único que se necesita es encomendarse con todo su corazón hacia su devoción, esto le ha permitido tener firmeza y tranquilidad en los momentos difíciles de la vida y aunque manifieste una afectación a la salud, nadie mueve su fe. Por ejemplo, ahora se encuentra lesionada de una rodilla, pero espera recuperarse para acudir el próximo año.
En Aguascalientes, las sedes de las 46 veladas que habrán de compartir en honor a la virgencita se organizan cada una con esmero.
Itacate y convivencia
Los alimentos a repartir al final del rezo de la Virgen, pueden ser tan sencillos como el vaso canela… Los vecinos del Obraje, por ejemplo, comentaron que en los barrios es costumbre tomar la canela, este té, se degusta por niños y gente adulta al final de la letanía.
Así, mientras algunos esperan todavía sentados en sus sillas, los chicos reparten vasos y si es posibilidad de la familia, acompañan con algunas galletas. Es lo más rico y económico para compartir.
El anfitrión cuida que las personas tengan una silla, para que no se cansen de pie, de que el rosario comience puntual y de que se tenga una pequeña convivencia que haga compartir el espíritu de esta época. En México el amor por la “morenita del Tepeyac”, (que un día le nombrara el Papa Juan Pablo II), nos hace estrechar lazos y olvidarnos de los problemas de diario. Pues la gente le tiene tanta fe que piensa que bajo su encomienda no habrá impedimento para seguir.
En otros estados y según posibilidades de cada familia, por ejemplo, se reparten más comúnmente tamales, ponche, pan dulce, café y la canelita.
Es justamente el café y la canela, recetas económicas y rendidoras, es la opción ideal para todos, ya que llegan amas de casa y jefes de familia cansados y son sencillos de armar y que quitan el frío. Aunque varía un poco en los arreglos de cada altar según la región, siempre son cuidados todos los detalles.
Una celebración que no para con los años
La devoción de los 46 rosarios, que coincide con las 46 estrellas que contiene el manto en la Virgen que dejó plasmada en la tilma de Juan Diego comenzó hace más de cien años por iniciativa de monseñor Antonio Plancarte y Labastida, del templo del Tepeyac en el siglo XIX.
Celebración que desde aquel siglo no ha parado, al contrario se ha consolidado con los años y es parte de una tradición.
Por eso en Aguascalientes, las amas de casa apartan estas fechas para adornar sus fachadas y se crean estos espacios de convivencia que de otra manera ya no se realizarían, por la dinámica de las familias que ha cambiado tanto, en los últimos años.
Con estas actividades, jamás México olvidará que una vez, la Virgen se apareció a un indígena, quién luego convertido en Santo Juan Diego, nos recuerda que todos podemos regresar a la confianza en que tenemos a un ser divino que vela por nosotros, hasta en los terrenos más olvidados.
También es una actividad que debe cuidarse y que no termine en problemas de vecinos, porque nunca falta, quienes dicen que han cooperado más y señalen a otros vecinos quienes pueden menos y que no aporten a esta actividad, pero dependerá de cada familia. Finalmente se trata de lograr una convivencia sana y que se dejen los problemas a un lado.
El Verdadero Sentido
Estos rosarios sin duda son el preámbulo para recordar el sentido de las fiestas de navidad que nos hacen tener un compromiso de mejorar con el prójimo, con el vecino, los hijos, con los padres, que esto de ánimo para cambiar actitudes y aspirar a tener un sentido de caridad.
En estos ejercicios religiosos se comparte, se une, se entrega a Dios también las preocupaciones, las enfermedades, por esto nos fortalece como personas de esperanza, en que en cualquier momento todo puede mejorar, por eso el pueblo se encomienda a su patrona. La tradición es fuerte, así como la fe.